Setenta y ocho localidades que agrupan a unas 25.000 almas, viviendo en una comunidad envejecida – especialmente en la parte española -, pobre y descarnada por la emigración de los años sesenta. Una comunidad habituada a sacar el pan de las piedras y que se adaptará, con toda naturalidad a los muchos cambios que se le avecinan.
Una tierra hecha de roca dura – de granito, gneis, esquistos y micacita – y de suelos pobres, que rompe la suavidad de la penillanura zamorana-salmantina, y del planalto portugués cambiando los paisajes y los modos de vida de los labradores, y dando lugar a un río impetuoso entre las peñas, que en el periodo 1949-1970 amasaron las presas de hormigón de los embalses españoles y portugueses.
Fuente: Arribes del Duero A ambos lado de la frontera Víctor M. Casas del Corral
Leave a reply