Esos menores son víctimas de la lucha desatada en la década de 1990 entre los rebeldes kurdos y las fuerzas de seguridad en la región del sureste de Turquía, habitada por el pueblo kurdo.
La evacuación por la fuerza de numerosas aldeas efectuada por las fuerzas de Ankara para cortarle apoyo logístico al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) dejó a unos tres millones de kurdos sin hogar, que se desplazaron a las grandes ciudades y al oeste del país.
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