Las digitales nos invaden el día a día, y una legión de foteros inundan los lugares de culto, museos y lugares públicos donde está prohibido hacer fotos por respeto, o por negocio, luchan codo con codo con otros espontáneos para conseguir un recuerdo, su recuerdo (cada día más nos parecemos a aquellos japones que tanto nos reíamos de ellos). Llegará el día que gracias a todos los fotografos de fin de semana que no nos dejarán ni entrar con cámaras en ningún lugar, ya veréis.
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