Se me ocurrió acercarme a presenciar una corrida de rejones que se celebraba en la plaza de toros de Mejorada del Campo. No soy muy seguidor de la fiesta, pero hacía un buen día, y decidimos ir. Ahora haré un poco de Vicente Zabala, he aquí mi crónica taurina.
Tarde soleada, el coso presentaba una buena entrada, olor a bocata de panceta, se respiraba la fiesta. Los toros muy desiguales, mal presentados, con pitones un poco o un mucho sospechosos de haber sido limados, mansos, sin ninguna posibilidad para la lidia y el espectáculo. Eso si, ideales para plazas de tercera. Con el que se abrió el festejo, el rejoneador Iván Magro puso voluntad y ganas, la faena estuvo entretenida y ahí se acabo la corrida, una oreja. El segundo murió después de sufrir entre veinte o treinta estocadas con la cruceta a cargo de Pedro Hernández “El Cartagenero”. Mención aparte fue la muerte del tercero, si a eso se le llama morir con dignidad, dejando el arte de la tauromaquia a la altura del betún, después de sufrir tres rejones de muerte y tres avisos, tuvo que morir a manos no del rejoneador Iván Magro, sino de un espontáneo, no daba crédito a lo que veía, y mi mujer me recordó que sólo se pueden ver estás cosas en Mejorada. Con el que se cerro plaza, “El Cartagenero” desorejó al astado más por lo que se había visto en el toro anterior que por meritos propios.
Aunque fuera una plaza de tercera, que lo es, lo que allí presenciamos da motivos más que suficientes a las asociaciones protectoras de animales que están en contra de la denominada fiesta nacional, fue una autentica carnicería, una tortura sin sentido, muy lejos de un espectáculo taurino, muy lejos del arte del rejoneo, en fin, una auténtica vergüenza, una auténtica pena, una tarde que me hará pensar si vuelvo a pisar una plaza de toros.
Tarde soleada, el coso presentaba una buena entrada, olor a bocata de panceta, se respiraba la fiesta. Los toros muy desiguales, mal presentados, con pitones un poco o un mucho sospechosos de haber sido limados, mansos, sin ninguna posibilidad para la lidia y el espectáculo. Eso si, ideales para plazas de tercera. Con el que se abrió el festejo, el rejoneador Iván Magro puso voluntad y ganas, la faena estuvo entretenida y ahí se acabo la corrida, una oreja. El segundo murió después de sufrir entre veinte o treinta estocadas con la cruceta a cargo de Pedro Hernández “El Cartagenero”. Mención aparte fue la muerte del tercero, si a eso se le llama morir con dignidad, dejando el arte de la tauromaquia a la altura del betún, después de sufrir tres rejones de muerte y tres avisos, tuvo que morir a manos no del rejoneador Iván Magro, sino de un espontáneo, no daba crédito a lo que veía, y mi mujer me recordó que sólo se pueden ver estás cosas en Mejorada. Con el que se cerro plaza, “El Cartagenero” desorejó al astado más por lo que se había visto en el toro anterior que por meritos propios.
Aunque fuera una plaza de tercera, que lo es, lo que allí presenciamos da motivos más que suficientes a las asociaciones protectoras de animales que están en contra de la denominada fiesta nacional, fue una autentica carnicería, una tortura sin sentido, muy lejos de un espectáculo taurino, muy lejos del arte del rejoneo, en fin, una auténtica vergüenza, una auténtica pena, una tarde que me hará pensar si vuelvo a pisar una plaza de toros.
2 Comments
Esto del “arte” del toreo habría que mandarlo revisar…..
Magnífica crónica…seguro que eres fotógrafo¿? jejeje
Saludos
T-O-R-T-U-R-A