La postal más famosa de Matalascañas es la del tapón de ladrillo y arenisca varado sobre la marea, cuyo origen nadie ha llegado a esclarecer con exactitud. Unos dicen que se trata del vestigio de una fortificación árabe, lo que resulta dudoso porque la construcción es maciza y carece de escaleras; otros hablan de depósitos, no sé de qué; algunos, más audaces, se atreven a barruntar visitas extraterrestres y signos de una civilización perdida no menos esotéricos que el pedregal de Stonehenge.
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