Durante muchos años estas orillas fueron testigo de intercambios de productos humildes entre España y Portugal, con el afán de redondear las magras economías domésticas: tabaco, café, lana, tocino, jabón, hilos de coser… que daban lugar a peligrosos descensos nocturnos en busca de los pasos, evitando la vigilancia de carabineros y guardinhas.
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