Hoy cambio de registro, me he encontrado este corto que quiero compartir con vosotros. Trata de una historia nada nueva, siempre discutible del dilema moral de los profesionales del fotoperiodismo, ¿Qué hacer ante una foto?.
Recuerda mucho la leyenda de Kevin Carter, el fotógrafo sudafricano que terminó suicidándose según dicen las malas lenguas, siempre para acrecentar una leyenda, y de paso crear polémica, por haber hecho la foto del “niño y el buitre en Sudán”, que terminó siendo premio pulitzer en 1994. Aunque en realidad lo que le llevó a terminar con su vida fue el asesinato de su compañero y amigo íntimo ken Oosterbroek, durante unos enfrentamientos armados en Tokoza, a unos 15 kilómetros de Johannesburgo (guerra civil en Sudafrica), miembro como él del llamado grupo Bang Bang Club durante el conflicto del Apartheit.
Hoy esa fotografía se ha convertido en un icono del siglo XX.
El corto se llama One Hundredth of a second (una centésima de segundo).
Yo lo tengo claro, ¿Y tú?.
8 Comments
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Bueno, con riesgo de meterme en camisa de once varas voy a hacer solo una argumentación. Creo que en situaciones extremas como la que muestra el video nadie (sano mentalmente) puede quedarse esperando a ver si matan a alguien para conseguir una foto. Otra cosa es que las circustancias te hallan llevado a presenciar esa muerte de una forma más o menos fortuita y entonces haces tu trabajo desde un punto de vista meramente informativo.
Las cosas pasan y uno está alli para contarlas. Los mitos y las polémicas surgen siempre en torno a las leyendas que surgen en torno a lo que ocurría al margen del encuadre de grandes fotos como la que mencionas de Carter: que si dejó morir a la niña, que si se suicidó por remordimiento o porque su colega acabó tiroteado. Lo único seguro es que aquella foto fue en resorte para que a más de uno sintiera vergüenza de vivir dando el culo a las tragedias.
Lo demás son historias.
Totalmente de acuerdo contigo miki. Has dado en el clavo
Uf. El ejemplo del corto es muy claro y directo, no parece que exista lugar al debate. Pero hay otras muchas situaciones en que no está tan claro. Si ponemos otros ejemplos mas cercanos…Mendigos, protistutas, yonkis, inmigrantes sin papeles… Están al lado de nuestras casas, les hacemos fotografías, y nos vamos. Pero claro, eso mismo hace todo el mundo sin ni siquiera hacer fotos. Luego esas fotos aparecen en los medios y sirven para recordar que esta gente está ahí. ¿Pero no basta con verles en la calle?¿Cambia mucho si se ven sus fotos en un medio de comunicación?¿Va a cambiar realmente la situación de estas personas si son fotografiadas y estas fotos publicadas?
Yo sigo dudando.
Muy bien traido el ejemplo, sólo que hay una diferencia muy grande con esta historia o con la foto de Carter. Los mendigos, prostitutas, pobreza… esa a la que estamos acostumbrados a ver en las ciudades, cuando salen en los medios no es para buscar una solución a sus problemas, más bien para quitarlos de ahí, para que desaparezcan del paisaje urbano que molestan, y desplazar dicho problema a otro lugar sin que se les haya buscado alguna solución. En cambio las fotos como el corto o Carter si que sirven para mover conciencias, estómagos… y la gente al final se moviliza, aunque el hambre tampoco desaparecerá, o las guerras, igual que los mendigos o la prostitución se desplazaran a otro lugar del mundo, hasta que otro Carter nos haga remover de nuestros comodos asientos, y volveremos a utilizar la hipocresía como escudo, y denunciaremos al mensajero por su mala conciencia, por habernos traido la realidad a la primera página de los periódicos.
¿Y tú que hubieras hecho Miguel? Tu única arma es la cámara, si el fotógrafo interviene, lo más seguro es que el soldado mate a la niña y al fotógrafo, y no habría foto para remover conciencias e intentar parar una guerra (como ha sucedido: Vietnam, Líbano, etc). De cualquier forma, una situación así sólo se sabe cómo responder en el momento en que te pase.
Alberto
Lo políticamente correcto sería decir que me hubiera marchado como hace el compañero de ella, ya tenía algunas imágenes del conflicto que eran suficientes. Pero eso sería ser hipócrita, todos, y cuando digo todos, me refiero a los periodistas (plumillas y fotógrafos) que cubren conflictos armados en cualquier rincón de la tierra saben que esta situación puede ocurrirles, y llegado el momento harían la foto, y digo más, no mandarían la imagen de la niña tendida en el suelo rodeada de la comida que el miliciano quería robarle, sino la fotografía que de verdad haría remover a todo el mundo de su cómodo sofá, justo en el momento en que el miliciano le dispara a la cabeza a la niña, una imagen así, hizo perder una guerra al país más poderoso de la tierra, ¿alguien podría imaginarse la guerra civil española sin el miliciano muerto de Robert Capa?. Yo sinceramente no, y nadie se ha planteado su ética. No seamos fariseos.
El National Geographic está lleno de momentos crueles, ¿Y?.
Yo hubiera hecho la foto sin dudarlo, y por supuesto no hubiera intervenido, no somos ejércitos en misiones de paz, ni una ong, estamos para informar. Y no olvidemos tampoco que en esos lugares muchos compañeros se han dejado la vida por hacer su trabajo.
Yo haría lo mismo que esta chica, aunque luego no ganara para psicólogos.
Gracias Miguel por este corto que nos has mostrado hoy.
Que sepas que te lo he secuestrado y lo pinchado en mi blog jejeje.
Esto algunos lo denominan plagio, pero en realiad no es más que amplificación del mensaje.