Con decepción y lágrimas, Francia despidió hoy el sueño roto de que los “bleus”, capitaneados por el ya mítico Zinedine Zidane, le trajesen mañana de Berlín la Copa de Alemania 2006, que habría supuesto una segunda estrella en su camiseta.
Paralizada, sin apenas un vehículo en marcha en las calles durante el tiempo del partido frente a Italia, París se tomó su tiempo para digerir la derrota (5-3) en la tanda de penaltis después de haber empatado 1-1 en el tiempo reglamentario.
Un inmenso grito de desesperación de los aficionados invadió los Campos Elíseos, y muchos de ellos abandonaban la que los franceses llaman “la avenida más bella del mundo” literalmente desesperados. Sin sonrojo y sin pudor, muchos aficionados evacuaban el mucho estrés acumulado durante el partido y dejaban escapar lágrimas de pena y decepción.
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