Pelos, así se llama la obra, no es mía, es de mi mujer, son sus pelos y su idea. A ella le gustó la imagen, yo no voy a discutírselo.
“Es arte, y quién no lo vea así será un incrédulo” (sentenció).
¿Quién lo va a discutir?
“Tengo una máxima en la vida, una máxima inspiradora que me marca el camino y dirige mis pasos. Creo que es necesario transmitir emociones y sentimientos mediante momentos irrepetibles, haciéndolos eternos con un click. Pasional siempre, ilusionado en cada proyecto de mi vida personal y profesional. Ese soy yo”.
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¿A las mujeres? Nunca. Nada. Y ya que estamos, a ver si empiezo a decir que mis geniales fotos son arte también…